La historia se los agradecera chiquillos
La sub 20 de Chile esta cambiando la historia. En sus manos puede estar el giro a una seguidilla de traspies y decepciones del balompie nacional. Ese cambio que algún momento tuvieron los países que empezaron a consagrarse en la historia del balompié. Lo mas lindo de este proceso pareciera ser el sentimiento nacional de que si no somos campeones del mundo en Canadá un gusto amargo inundara nuestras gargantas.
¿Cuando diríamos eso? .Cuando siquiera pensaríamos en decir que: “si no somos campeones del mundo”, suena casi como a un sueño hasta para aquellos que seguimos más con la emoción que con la razón el día a día el fútbol chileno. Es que estos chicos han sido capaces de devolverle al pueblo de Chile una de las esencias del ser humano, el derecho a soñar. Y es que estos niños lindos como bien titulara “Las últimas noticias”, han sido capaces de entregarle mística, sueños y energías a un pueblo sediento de estos. Bien lo decía el capitán de la selección chilena, Carlitos Carmona al indicar que “queremos llevarle una alegría a los chilenos que más mal lo pasan, a los más postergados de la sociedad”. Los jóvenes de la sub 20 no solo entran a la cancha con sus 11 jugadores, entran también con la energía de 16 millones de chilenos; entran con la fuerza de la señora que se levanta a las 5 de la mañana para llegar a trabajar, del estudiante que camina kilómetros para llegar al colegio rural, o del obrero que se saca la cresta para poder llevar un pan a la casa. Están concientes que ellos con lo que hacen en la cancha, son capaces de arreglarle un poquito la vida a millones de chilenos que no la pasan bien. Ellos a diferencia de otros saben que vestir la roja, es ponerse encima los sueños, las esperanzas y hasta las utopías de millones de compatriotas. Lo más importante es que estos chicos no solo lo tienen claro, además lo viven y lo sienten. Saben que si ganan, no es un premio económico, ni un simple triunfo, sino que es un giro en nuestra historia. Ellos nos trasmiten esa mística que tanto nos hace falta, inundan a nuestros jóvenes de pachorra, de un sentimiento que nos llama a no mirar nunca en menos a ningún rival, aunque su condición futbolística, cultural, y económica sea superior a la nuestra. Se les nota en la cancha.
La sub 20 de Chile esta cambiando la historia. En sus manos puede estar el giro a una seguidilla de traspies y decepciones del balompie nacional. Ese cambio que algún momento tuvieron los países que empezaron a consagrarse en la historia del balompié. Lo mas lindo de este proceso pareciera ser el sentimiento nacional de que si no somos campeones del mundo en Canadá un gusto amargo inundara nuestras gargantas.
¿Cuando diríamos eso? .Cuando siquiera pensaríamos en decir que: “si no somos campeones del mundo”, suena casi como a un sueño hasta para aquellos que seguimos más con la emoción que con la razón el día a día el fútbol chileno. Es que estos chicos han sido capaces de devolverle al pueblo de Chile una de las esencias del ser humano, el derecho a soñar. Y es que estos niños lindos como bien titulara “Las últimas noticias”, han sido capaces de entregarle mística, sueños y energías a un pueblo sediento de estos. Bien lo decía el capitán de la selección chilena, Carlitos Carmona al indicar que “queremos llevarle una alegría a los chilenos que más mal lo pasan, a los más postergados de la sociedad”. Los jóvenes de la sub 20 no solo entran a la cancha con sus 11 jugadores, entran también con la energía de 16 millones de chilenos; entran con la fuerza de la señora que se levanta a las 5 de la mañana para llegar a trabajar, del estudiante que camina kilómetros para llegar al colegio rural, o del obrero que se saca la cresta para poder llevar un pan a la casa. Están concientes que ellos con lo que hacen en la cancha, son capaces de arreglarle un poquito la vida a millones de chilenos que no la pasan bien. Ellos a diferencia de otros saben que vestir la roja, es ponerse encima los sueños, las esperanzas y hasta las utopías de millones de compatriotas. Lo más importante es que estos chicos no solo lo tienen claro, además lo viven y lo sienten. Saben que si ganan, no es un premio económico, ni un simple triunfo, sino que es un giro en nuestra historia. Ellos nos trasmiten esa mística que tanto nos hace falta, inundan a nuestros jóvenes de pachorra, de un sentimiento que nos llama a no mirar nunca en menos a ningún rival, aunque su condición futbolística, cultural, y económica sea superior a la nuestra. Se les nota en la cancha.
Quizás no consigamos el sueño, o quizás lo hagamos y dejemos la grande, pero lo importante es que después de esta sub 20 sin duda alguna nada será igual. Bienvenida a la generación de los pingüinos del fútbol, esa que no enseña a ser exitosos, a no ser mediocres, que nos transmite como aprendizaje a no tener triunfos morales, sino triunfos de verdad, triunfos que transmitan felicidad a milllones. Adelante cabros!!! A cambiar la historia, de ustedes depende!!!