Por Daniel Manouchehri, Para The Clinic
El binominal es un sistema electoral perverso para la democracia. No plasma la decisión de las mayorías, excluye, hace que tu voto pierda poder, genera caudillos y políticos eternizados en sus cargos y transforma las elecciones en una lata. Es la gran traba para los cambios estructurales que mejorarían la vida de millones. Es una obligación empezar a moverse en serio para cambiarlo. Es la reforma para las reformas.
En este sistema, por ejemplo, si una lista es apoyada en un distrito por el 60% de los ciudadanos, elige un parlamentario. En esa misma elección, otra lista que solo es apoyada por solo el 30,1%, saca de igual forma un parlamentario. Es decir, el 60% es absolutamente igual al 30,1% en representación parlamentaria en ese distrito. Como la elección es distrito a distrito es absolutamente posible que el parlamento completo este compuesto de esta distorsionada manera. No obstante una lista saque en todo Chile el 60%, si no dobla en los distritos, tendrá exactamente la misma cantidad de diputados que el 30,1%.
Pero no es lo único, una tercera lista que, siguiendo con nuestro ejemplo, en la misma elección saca casi un 10% en todos los distritos de Chile, lo más posible es que no solo no tenga el 10% de representación en el parlamento, sino que además probablemente no tenga ni un solo representante en el congreso. La manera de ver el mundo que tienen cientos de miles de personas que votaron por esa lista, puede terminar no teniendo ni una sola voz en el congreso. Es decir, un congreso que no es el reflejo de la voluntad de los que votamos.
Pero además, este sistema, en la práctica permite que los partidos puedan determinar directamente quien será el representante de la gente en un determinado lugar. En la mayoría los lugares en Chile se elige un parlamentario de la derecha y uno de la concertación. La competencia en los hechos es contra el compañero de lista. A sabiendas de esto, los partidos pueden negociar que en algunos lugares que quieran entregar un escaño seguro a determinada persona, se le ponga como compañero de lista a un candidato lo suficientemente débil, para así asegurarle la elección. Eso sucedió el 2009 con Andres Allamand (RN) en la decima región Norte, donde la UDI ni siquiera puso candidato, o el 2005 con Soledad Alvear (DC) en Santiago Oriente, donde como compañero de lista el PS nomino a un débil Gonzalo Martner quien saco solo el 5,68%. Ir a votar en ese escenario, donde todo “está cortado” de antemano, puede ser hasta una perdida de tiempo.
El sistema dificulta el recambio en el parlamento. Los que están tienden a perpetuarse. El congreso se transforma en un lugar sin jóvenes y sin muchas mujeres. Ni hablar de gente de la cultura, del deporte o de los pueblos originarios. Mucho menos de la diversidad sexual, del mundo de la discapacidad o de los sindicatos de trabajadores. Esa diversidad tan nuestra, no es esta reflejada en nuestro congreso. El binominal termina potenciando los proyectos individuales, los egos y los caudillismos. Genera políticos que se creen Rockstar o mesias. Por lo mismo, genera afectos no solo en el mundo que lo creo, sino también en varios parlamentarios dentro de la concertación, que han construido poder político gracias al sistema.
Jaime Guzman sabía que un modelo de sociedad tan desigual, tenia que tener un resguardo institucional. El binominal es un guardián de los dueños de las AFP, Isapres, Mineras, bancos, Farmacias, Retail y de todos aquellos que gracias al estado subsidiario, hacen negocios con nuestros derechos básicos. Fue una de las razones por que Pinochet y la derecha estuvieron disponibles a aceptar su derrota. Es un siniestro invento intelectual para perpetuar a la fuerza “la obra” de una dictadura militar. Para cambiar las cosas, no basta con ganar una eleccion. Nuestro parlamento elegido con el sistema binominal, obliga a los ganadores a ir a “negociar” con los perdedores, que en la practica es ir a pedirles por favor aprueben tal o cual reforma, transformando al parlamento en un muro de contención de la voluntad de los chilenos y chilenas.
No es cierto que el binominal traiga estabilidad. Por el contrario, si este no es cambiado por otro, tarde o temprano, gente que se siente golpeada por el sistema, al no encontrar canales en la institucionalidad democrática, puede simplemente aburrirse y buscar otros caminos para generar los cambios. Algunos de esos caminos pueden terminar trayendo sangre, en especial para el propio pueblo que en esos casos termina siendo carne de cañon.
Y no vengan con el “cuento” de que es “perfeccionable”. El binominal simplemente hay que cambiarlo. Hay q derrotar al sistema con las propias reglas del sistema. Es difícil, pero no imposible. Para eso lo primero es hay crear conciencia masivamente. Transformarlo en tema de discusión. Hacer pedagogía. Generar foros en los colegios, las universidades, los partidos, las juventudes y los sindicatos. Difundir la información en las redes sociales, generar acciones en Facebook y en Twitter. Emplazar a los candidatos al parlamento y a la presidencia del 2013, a que se pronuncien sobre el tema y se comprometan concretamente. Generar un gran frente que agrupe a todas las fuerzas políticas y sociales que quieran un sistema político realmente representativo de la voluntad popular. Al momento de formar las listas parlamentarias, dejar de lado los proyectos personales, abrir espacios, no permitir la dispersión y generar unidad con aquellas fuerzas que piensan similar. Poner Fuerza en ello. Solo así el futuro es posible.
La democracia es el lugar donde la mayoría es capaz de generar cambios. Es momento de que termine la transición, y empecemos a vivir la democracia. Es el momento de moverse para que #cambiemoselbinominal.
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